A DUDAMEL EN DOLOR MAYOR



Leo tu clamor, Gustavo, y lamento profundamente que un personaje como tú, al que tanto hemos aplaudido y respetado, haga uso de su prestigio como artista internacional para invocar la rectificación del presidente Maduro, pero no llames a la reflexión a los Freddy Guevara, a los Capriles y a sus secuaces que convocan la muerte todos los días. Hubiera sido de gran ayuda que, como el papa Francisco, invitaras al diálogo a la oposición venezolana, que se resiste a dialogar, en ejercicio pleno de la política. Hubiera sido de bastante ayuda que exigieras a Almagro no inmiscuirse en nuestros asuntos internos y mucho menos intentar la aplicación de la carta democrática.

De gran elegancia hubiera sido que llamaras a la desmovilización a los grupos criminales, armados y violentos, que asechan en las autopistas de Barquisimeto o Valencia, impidiendo el paso de civiles, de vecinos, de su propia gente, así vayan en camino a un hospital. Qué bien hubieras quedado con la juventud chavista que te admira, si reconocieras que también ellos tienen sueños, de libertad, de Patria soberana, así sea en base a sacrificios. Con una ovación nos hubiéramos levantado si el día que Tulio Hernández llamó a lanzar materos a los chavistas lo hubieras rechazado con la fuerza de tu voz que hace eco en el planeta. Gustavo, pana, el país no es solo esa clase media que protesta en el este de las ciudades, ni es solo la clase humilde que resiste con más fuerza los embates de esta crisis. El país somos todos, compa, y cuando tú, una figura que debería ser expresión de todo este pueblo, toma parte por esas minorías que hacen uso de la violencia y el odio, te resquebrajas, te fragmentas, pierdes legitimidad. La gran mayoría de los medios que hoy le dan cobertura a tu voz, mienten en relación a Venezuela, y tú, que eres un artista prestigioso, pudiste hacer uso de ese instrumento para poner un punto de orden en el conflicto que vive el país, llamando al diálogo y la paz. Seguro que estoy que hubieras sido de mucha influencia.

En tu reflexión dices que las únicas armas que se le pueden dar al pueblo son libros, pinceles e instrumentos musicales, pero no reconoces que ha sido la Revolución Bolivariana la única que ha plenado a este pueblo con esas herramientas. No eres el único que ha dedicado su vida al arte como un mecanismo de transformación, somos decenas de miles que tuvimos la oportunidad de dedicarnos a los oficios creativos gracias a la fundación de editoriales, villa del cine, salas de teatro y por cierto, el apoyo millonario al sistema de orquesta de donde saliste. Dices que la democracia se basa en el respeto y el reconocimiento, pero no haces un llamado a los sectores que nunca reconocieron que la mayoría votamos por Maduro y eso también es expresión de la democracia que defiendes. Gustavo, en los barrios, en los campos, en las zonas populares también estamos “sofocados por la intolerable crisis”, pero no estamos saliendo a quemar, ni a matar a quienes reconocemos como culpables. También somos el país, ese mismo país que admira tu genio, pero que ahora vemos en dolor mayor tu comportamiento.

Para finalizar te hago un llamado urgente a que rectifiques en esa visión errada que has hecho pública con la fuerza de tu voz internacional… *este pueblo te pide respeto, con la misma firmeza con la que te hemos respetado.*

Juan Manuel Parada
Yaritagua, 04 de mayo de 2017.

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